No hace falta verlos tomados de la mano, ni dándose un beso. El amor los excedía. Se les notaba, no podían disimularlo. Se miraban y se entendían ¿Dónde se puede conseguir algo así?. Ellos si que tenían suerte. Se arriesgaron: cambiaron una vida colmada de libertades, para atarse con sogas y no dejarse ir. Pero en el momento en que se enamoraron, supieron que ese sentimiento nunca iba a abandonarlos. Y se dieron cuenta de que así era; era mucho mejor quererse; era mucho mejor ser el uno para el otro, que ser un alma perdida sin consuelo y sin abrigo. Cambiaron noches de lujuría por noches de amor, cambiaron tantas personas por simplemente el otro, pero el otro valía como miles y millones de personas. Se eligieron, para siempre, y le explicaron al mundo lo bien que se sentían. Ahora no lo cambian por nada, por nada renunciarían a ese amor que se tienen. Y esa tarde los vi caminando, codo a codo, siempre iguales, con la misma intensidad en sus miradas, los vi repletos de felicidad. Se veían tan simples, pero su amor era inmenso. Y todo esto lo vi, sin necesidad de escucharlos. Se les notaba; no podían disimularlo. Esa tarde comprendí que amar y ser amado es, realmente, lo mejor que puede pasarnos. Cambiaría toda esta vida vacía por encontrar esa persona que me llene cada recoveco.
Let it be!