Mientras miraba el paisaje que ofrecía mi ventana en mi cuarto a oscuras aquella noche de fría de Julio, pensaba en la infinidad de cosas que tenía que organizar en mi mente para despejar finalmente esa duda que acudía tan constante. No es fácil aclararse, pensaba, y a la vez intentaba aclararme. Paradojas en mis propios pensamientos, justo en el momento que intento tomar una decisión. Y me distraigo pensando en aquella tarde donde los cerezos arrojaban sus hojas y yo no hacía más que mirarlas y no pensar en nada. Añoraba esos momentos, pero no. No. Ahora tengo que pensar en lo que me concierne, en lo que me importa. Sería necesario primero revolver en tus miradas y encontrar alguna que me haya inquietado. Luego sería necesario visitar tus paisajes, respirar tus aromas, hundirme en tus ojos. Y allí ver si me encuentro con vos, al lado tuyo, si veo en tus soledades la posibilidad de mi presencia. Luego debería buscar en tus palabras dichas aquellas que me hicieron sentir enardecida, aquellas que se impregnaron en mi mente cual calcomanía en la ventana. La ventana otra vez. Fijo mi vista en esos cerezos, y recuerdo con nostalgia aquellas tardes donde veía sus hojas caer y no pensaba en nada. Pero no, no puedo distraerme en hojas caídas. Tengo que concentrarme en las hojas que todavía están en el árbol. ¿Será tu amor consuelo de mi desdicha? ¿Seré yo la cura a tus desencantos? Quisiera saber, si serías vos mi complemento, aquél que me llevaría por caminos desconocidos y me enseñaría lo que es el amor y la felicidad. Pero aún viendo las hojas en el árbol la incertidumbre sigue acudiendo a mi mente tan constantemente que no puedo ni pensar. Y es que aclararme tan confundida como estoy sería casi imposible. Si encontrara en mi corazón un recoveco vacío lo llenaría de tu paz, de tu amor, de tu calidez; dejaría que tu sangre penetre en mis venas y sentiría el mismo amor que sentís ahora vos por mí. Dejaría atrás mis dudas, mis desamores pasados. Aprendería a quererte, exactamente como lo hice hace algún tiempo… Y entregar mi alma desnuda a tu amor que abriga. Sería tan fácil despejarme, sería tan fácil ser feliz con vos. Es que no encuentro todavía la razón de mi incertidumbre, si cada camino que sigo me lleva a tu nombre, si cada huella que veo conduce a tu amor. Tonta de mí, que soy tan ciega que no puedo verte, tan insegura que no puedo amarte.
Let it be!
"Ven, noche gentil, noche tierna y sombría dame a mi Romeo y, cuando yo muera, córtalo en mil estrellas menudas: lucirá tan hermoso el firmamento que el mundo, enamorado de la noche, dejará de adorar al sol hiriente..."

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